miércoles, 7 de abril de 2010

De los equívocos en la oscuridad


-Mi amor… –balbuceó dolorosamente con los ojos vendados y la mordaza todavía en la boca –ésa no es mi vagina…

-Lo sé. Pero ése no es mi pene ni yo soy tu marido…

Ella no supo qué decir.