miércoles, 18 de junio de 2008

De la resistencia a la muerte como última justificación a la vida


Nadie quiso mirar hacia dentro cuando el capellán levantó la tapa del féretro.

Nadie pudo con la idea insoportable de asomar la vista al interior de esa caja fría y sombría al centro de la sala.

La marcha fúnebre sonó inmisericorde y un escalofrío recorrió el cuerpo agotado de toda la concurrencia, como una orquesta de angustia y desolación tocando los últimos acordes de una triste sonata. Los trajes negros y los velos se estremecieron al llamado final de la muerte.

Nadie quiso mirar dentro.

Nadie quiso reiterar lo que ya sabía.

Nadie quiso ver cómo golpeaba el vidrio desde adentro rogando inútilmente no ser enterrado vivo.

El capellán apretó con la mano el crucifijo y cerrando los ojos dejó caer la tapa por última vez.

Y entonces ya nadie tuvo que mirar.

lunes, 16 de junio de 2008

Primera aproximación al asesinato de la musa en su etapa más temprana y mitológica



-Sabes que te amo, ¿cierto? –inquirió con el gesto artificialmente inexpresivo y la voz apenas temblorosa. -¿Lo sabes?
No respondí. Nunca respondo cuando me preguntan estupideces.
–¿Entonces por qué…?
No la dejé terminar. Mi única respuesta fue el estruendo fugaz, la bala expansiva destrozando su rostro de doncella y apagando el aliento venenoso de su dulzura.
Claro que lo sé.
Sólo asesino a quienes me aman.